martes, 24 de mayo de 2011

¿COMO PUEDE PREVENIRSE EL CONSUMO DE SUSTANCIAS INHALABLES?

La población que consume inhalables es una de las que resulta más fácil definir y delimitar dentro del universo que representa la farmacodependencia, puesto que, salvo algunas excepciones, se trata de los sectores jóvenes de los estratos socioeconómicos de menores recursos. De esta misma facilidad de delimitación podría desprenderse  que la prevención del uso de sustancias inhalables debe concentrarse en los grupos de "alto riesgo" de transformaciones en inhaladores, es decir, los niños de los grupos socioeconómicos bajos.
Sin embargo, sin quitarle la importancia que detentan estos grupos, no puede tampoco olvidarse  que enfocar la atención solo sobre ellos equivale a resaltar únicamente los factores etiológicos de tipo individual. Estos son decisivos, pero toda acción preventiva, si quiere ser efectivamente  de prevención, y no paliadora de consecuencias adversas, debe llevarse a cabo en forma simultánea en las tres áreas que conforman el fenómeno del consumo de drogas.
Una de las medidas que han surgido en relación con este último grado ha sido la concientización de los industriales en relación con os peligros que representan para la salud la inhalación de los solventes que ellos elaboran. En algunos casos, las autoridades sanitarias han logrado que se introduzcan sustancias aversivas que restringen la inhalación regular. Sin embargo, estas sustancias pueden también acarrear problemas de salud que se reportan en los casos de inhalación ocupacional y resultan aún más notorios entre los inhaladores, puesto que su situación nutricional en general no es buena. Por ello puede afirmarse que el enfoque que parece más simple para prevenir la inhalación voluntaria, hacer desaparecer las sustancias con potencial adictivo, nunca ha demostrado ser suficiente para acabar con el consumo. Otro tipo de control de la venta, impidiendo la adquisición por parte de menores de edad.
Existen otros tipos de controles además del legal que han evidenciado que consiguen que entre determinadas poblaciones exista menor incidencia de casos, y en general se asocian con controles sociales, religioso o culturales, sin que por eso se haya demostrado que no surja, al ser aplicados, otro tipo de patología igualmente nociva.  O contribuyendo a concientizar a los comerciantes de la importancia de este tipo de controles. Un programa con este enfoque, que actúan sobre varios de los elementos etiológicos en relación con el consumo de sustancias inhalables y que tienden hacia una verdadera modificación del concepto de salud a nivel comunitario, es especialmente transcendente en el caso de los inhaladores. En efecto, es poco común que los programas preventivos que se implantan en la escuela se desarrollen con suficiente peso durante el ciclo elemental como para revertir algunas tendencias que se dan con frecuencia entre los inhaladores y, con frecuencia, los programas dirigidos a los adolescentes se llevan a cabo en las escuelas secundarias cuando un amplio grupo de los inhaladores crónicos ya han desertado antes de completar el ciclo de enseñanza media, o se ven obligados a abandonarlo porque se les requiere que cooperen al sustento de la familia. De todas maneras se ha observado que los maestros tienden a tomar dos posturas en relación con el inhalador: en un primer momento intentar ocultar la existencia del problema y, así este muy obvio, recomiendan la expulsión.
Esta reacción proviene no solo de la indiferencia sino también de la falta de conocimiento acerca de cuál es la mejor manera de tratarlo o donde se pueda canalizar. Para proporcionarle esta información se han desarrollado programas específicos en función del maestro, capacitándolo en la prevención e instándolo a buscar el apoyo de los padres de familia.
Por lo general, se concibe a la inhalación en los programas preventivos dentro de un contexto amplio de desarrollo personal o promoción de la salud. Asi se han llevado a cabo experiencias preventivas que intentaron dotar al joven de medios para expresar sus sentimientos o comunicaciones; de clarificar el sistema de valores sobre el que descansa la decisión de consumir (o no) drogas; de incrementar el nivel de autoestima o el sentido de responsabilidad hacia sí mismos o la sociedad. Todas estas, aun si resultan muy beneficiosas, no impactan ya en una población que no participa del sistema educativo, que se tiene marginada y sin posibilidades de dejar de serlo.
Otro tipo de programas preventivo que ha alcanzado un amplio desarrollo es el que propone alternativas al uso de drogas, basandose en que es posible que, previo al inicio de este tipo de consumo, el usuario potencial se interese por otras experiencias, positivas para su desarrollo.
Su aplicación, que se inició a comienzos de la década de 1970, ha seguido cuatro diferentes modelos:
1-    DESARROLLO DE ACTIVIDADES ESPECIFICAS: Por lo general, los programas que siguieron el desarrollo de actividades específicas se llevaron a cabo desde centros juveniles o grupos religiosos abiertos en las comunidades, en los que se ofrecían opciones de recreación, deporte, o cultura a los jóvenes.
2-    RELACION ENTRE NECESIDADES ESPECIFICAS Y ACTIVIDADES PROPUESTAS: Estos programas surgieron de una proposición teórica según la cual era necesario que se ofrecieran alternativa que respondieran a la necesidades propias de cada individuo, en lugar de predeterminar las opciones. Por ejemplo, a los adolescentes que desearan experimentar modificaciones en su estado de conciencia podía brindárseles meditacion trascendental o yoga.
3-    REFORZAMIENTO DE LA PARTICIPACION EN ALGUNAS ACTIVIDADES: Este tercer modelo intento la aplicación de técnicas de refuerzo para alentar, en grupos pequeños, a aquellos jóvenes que ya estaban realizando alguna actividad positiva para su propio desarrollo, quienes actuaban como modelo en la relación con los demás integrantes del grupo. También podía ofrecerse capacitación especial en algún deporte u otra actividad, impartido por una persona que se hubiera destacado en esta especialidad, formando “lideres que luego servirían como modelo de su grupo”.
4-    PROMOCION DE ACTIVIDADES AUTOGESTIVAS: Se intentaba involucrar a los jóvenes en las acciones que ellos mismos decidieran como las más adecuadas y que respondieran a alguna necesidad percibida en su propia comunidad. Por lo general colaboro con ellos un profesional, especializado en el área hacia la cual los jóvenes se hubieran dirigido, y un administrador para el mejor control de los aspectos financieros. Este tipo de actividades demostró en las evaluaciones que era percibido como valioso por todos los grupos involucrados, tanto los mismos jóvenes como sus padres y el grupo comunitario. Sin embargo, no solo no se logró a través de su desarrollo disminuir el uso de drogas sino que en algunas experiencias se notó un incremento en los índices de utilización, en especial de sustancias inhalables y bebidas alcohólicas.  
   
Estos resultados son similares a los de otras evaluaciones de programas relacionados con alternativas, habiéndose logrado establecer un patrón en cuanto a los diferentes tipos de actividades y su asociación con el uso de drogas por los jóvenes :
  • Las actividades recreativas se asocian con la utilización de diferentes sustancias, entre las que destacan el tabaco, la cerveza, la marihuana y los inhalables.
  • Las actividades académicas se relacionan con menos consumo de drogas.
  • Las actividades deportivas suponen en menor consumo de drogas, salvo en cuanto a la ingestión de cerveza, la cual se incrementa.
  • La participación en actividades tanto sociales como extracurriculares se relaciona con un incremento en la utilización de todas las sustancias, incluyendo las inhalables.
  • La intervención en actividades religiosas y el desarrollo activo de “hobbies” se relaciona con un menor consumo de drogas.                

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